2006-05-12

Crímenes ejemplares
por Jazmín Cato Cortés
Una noche cualquiera. Es temprano para irse a dormir. Hay que matar el tiempo. Me dirijo a El Bado, en la Calle 3ª y Espinoza. Entrada libre. Es 27 de abril. En conmemoración del Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor, con el apoyo de éste magnífico espacio cultural y del Instituto de Cultura de Baja California, La Caverna Dizqueléxica presenta “una lectura ambientada en la que entorna sus sentidos para adentrarse en los turbios y luminosos textos del libro de Crímenes ejemplares de Max Aub”.
Los asesinos atrapados en la cárcel de las palabras de este dramaturgo español mexicano nacido en 1903, son liberados a través de este original montaje alternativo para la lectura y la literatura bajo la dirección de Flora Calderón, Carlos Alberto Mendoza y Juan Carlos Calderón. Más de veinte lectores participantes, de diversas realidades sociales y culturales prestan su voz a los criminales para comparecer ante el espectador y visitar su imaginación:

“Lo maté porque me dolía la cabeza. Y él venga hablar, sin parar, sin descanso, de cosas que me tenían completamente sin cuidado. La verdad, aunque me hubiesen importado. Antes miré mi reloj seis veces, descaradamente: no hizo caso. Creo que es un atenuante muy de tenerse en cuenta.”

De estos microcuentos de Max Aub, publicados a mediados del siglo pasado se ha dicho que son crímenes contados, muertes con cuento, sordas o fulgurantes, sorpresivas o bien previsibles. Puñaladas traperas y escopetazos. Nada del otro mundo, pero de una modernidad pasmosa:
“Matar, matar sin compasión para seguir adelante, para allanar el camino, para no cansarse. Un cadáver aunque esté blando es un buen escalón para sentirse más alto. Alza. Matar, acabar con lo que molesta para que sea otra cosa, para que pase más rápido el tiempo. Servicio a prestar hasta que me maten; a lo que tienen perfecto derecho”.

La penumbra ha sido despojada sin piedad de su tranquilidad y su silencio. Uno tras otro, los asesinos van sitiando el lugar y el pensamiento. Aparecen por todos lados, como fantasmas disfrazados de seres comunes y corrientes, de todas las edades:

“ Lo maté porque me dijo mi mamá”

Los relatos fueron alternados con la lectura de un poema en inglés de Robert Wyatt por Juan Rudametkin, la canción Tienes que decidir de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez y la voz viva y alegre del guitarrista Pedro Díaz.

“¡Antes muerta! me dijo. ¡Y yo, lo único que quería era darle gusto!

Flora Calderón me cuenta lo siguiente: “hace tiempo que trabajamos sobre propuestas alternativas para la literatura, que no sean teatro y que no tengan nada que ver con la dramatización, pues no somos directores, ni actores; pero creemos en que los lectores y aún los escritores tenemos una atmósfera, un sentido visual y emotivo, un cuerpo, que no sólo está aplastado en una silla escribiendo visualidades o leyéndolas, y desde ese punto de vista para nosotros es válido el montarlo de forma visual con lectores, escritores y todo el que quiera colaborar. Para crear atmósferas recurrimos a las mismas imágenes que como lectores se nos ocurren. Pueden suceder cuando lees en una cocina, en la sala de tu casa, o en cualquier parte, por ello en su mayoría los que participan no son actores”.

Otra noche cualquiera. Es temprano aún para irse a dormir. Hay que matar el tiempo. Enciendo la televisión. Entrada libre. En el noticiero del 3 de mayo aparece un crimen. El del joven de 14 años que dejó de existir porque su mamá lo mandó al mercado de Texcoco, en el momento en que la policía se enfrentaba al Frente Unido en defensa de los pueblos, a causa de ocho comerciantes que se empeñaban en instalarse en la vía pública para vender sus flores el Día de la Santa Cruz, en que se festeja al Albañil. Una bala le atravesó el tórax; hasta hoy, nadie sabe de donde salió, porque los policías no iban armados- asegura el gobierno- y los civiles tampoco, sólo llevaban machetes…
Dos formas de asistir al crimen: La primera, un viaje por la experiencia de la lectura, transformado por la magia escénica de sus creadores en un encuentro con la creatividad y el arte. Una gozosa posibilidad de dar vida a la palabra escrita.
La segunda, el grito desesperado de una realidad. Un encuentro con una de tantas tragedias que suceden en nuestro país, convertida por una cámara de televisión, en una escena fugaz. Una terrible y repetida incapacidad de dar muerte a la violencia de la cotidianeidad.

2 comentarios:

Elizabeth Sobarzo dijo...

Que chilo Flora, es un placer trabajar contigo y para ti...
UN verdadero honor (y no es chupapollerismo)

floracalderon dijo...

gracias pro sus comentarios. Pronto daremos aconocer los nuevos proyectos de la caverna dizqueléxica